sábado, 15 de junio de 2024

 

 En una ocasión, hablando con una conocida le pregunté cuál fue el día mas triste y desgarrador de su vida.

Entrecerró los ojos y con la mirada dirigida hacia el horizonte me dijo ... no se ... hay varios.

Volvió su mirada hacia mi y me preguntó si en mi caso había uno que superara a cualquier otro por lo doloroso. Le respondí que el 15 de junio de 2002 cuando murió nuestro tercer hijo, Ignacio, a los 24 años en un accidente.

Pasó el tiempo ... hubieron muchos momentos muy dolorosos, entre los que se encuentra la muerte de mi marido hace tres años después de 52 de caminar juntos, pero nada supera el desgarro que produce la muerte de un hijo.  Y en cada fecha se abre la herida nuevamente. También mi esposo lo sentía así.

Gracias a Dios sus seis hermanos con sus familias son un bálsamo para el alma.  

sábado, 13 de enero de 2024

Y de pronto pasa...

En el momento menos pensado.

Cuando nuestros pensamientos y sentidos se encuentran relajados o distraídos. 

Cuando el sol brilla y sus suaves rayos nos envuelven como una tibia manta ... sentados en el pasto ... con la espalda y la cabeza apoyadas en un árbol.

Cuando los pararitos nos deleitan con sus mas variados cantos y las mariposas danzan a nuestro alrededor desplegando una coreografía espléndida. 

Cuando nada nos advierte que se está acercando el golpe y así darnos tiempo a acomodar los pies para no ser desplomados. 

En ese momento ... pasa la vida en su peor versión y nos desgaja como un huracán a un árbol seco.-

martes, 27 de diciembre de 2022

DEVASTACIÓN

 

Asustada, temerosa,

anda el alma confundida

entre la niebla del lugar.

Busca y tiembla esperanzada

encontrar ese remanso

donde pueda descansar.

 

Y de tanto en tanto llega

y la deja respirar.

 

Cambia el aire,

afloja el pecho,

se entrecierran nuestros ojos,

se aletarga nuestro ser,

lamemos nuestras heridas

y volvemos a empezar.- 

jueves, 15 de octubre de 2020

SUS MANOS

 Cuando las conocí eran manos blandas,  sólo con algunas marcas de travesuras de infancia.

Con el tiempo se volvieron recias.

Trabajaron tenazmente, sin miedo a nada. Recibieron mil golpes, fueron atacadas por clavos, alambres y hasta por una sierra.

Pero nada las venció y siguieron dándole duro al trabajo.


Hoy descansan.

Y aunque se extraña verlas en acción, el descanso es merecido.

Al recorrerlas con la vista se ven claramente las huellas dejadas por viejas batallas.

Son como héroes de guerra mostrando humildemente sus heridas.-

lunes, 15 de junio de 2020

Aunque trate de poner mi mente en mil cosas diferentes. Aunque no mire el calendario. Aunque no descorra las cortinas, no puedo evitar darme cuenta de en que mes estoy. 
Y al salir al patio, el color que el sol imprime en el paisaje y el fresco del aire que roza mi frente me lo corroboran. 
Y hoy, 15 de junio,  la sensación de angustia que me desgarra el alma, me confirma que es el día en el que hace 18 años murió nuestro hijo Ignacio. 

miércoles, 13 de mayo de 2020

LA LUNA Y LA CASA VIEJA

Juan vivía en un pueblo de provincia con casas bajas y calles de tierra. 
Los veranos eran tórridos y los inviernos fríos y ventosos. 
Sus padres y hermanos mayores cultivaban la tierra y tenían un  aserradero. 
La madre atendía la casa y hacía pan que cocinaba en un horno de barro y vendía en el pueblo. 
Era una familia querida y  respetada por sus vecinos. 
En verano, después de cenar los muchachos jugaban a las cartas en el patio mientras saboreaban una cerveza y los padres se sentaban en un banco colgante bajo la galería charlando largamente mientras contemplaban las estrellas. 
En invierno las sobremesas eran en la rústica cocina, templada por el fuego de la chimenea. 
Juan disfrutaba los momentos en familia. En las noches frías recostado en un mullido cuero de oveja imaginando graciosas figuras danzantes en el movimiento de las llamas. Y en verano reclinado en una antigua repostera de lona bajo una parra mientras veía a sus padres conversar tomados de la mano.
Sus días empezaban temprano, ya sea para ir a la escuela como para ayudar en las tareas de la familia. 
La casa era vieja, con ambientes amplios, techos altos y un altillo con una pequeña ventana que miraba hacia el este.
Frente a ella Juan había acomodado algunos cueros de oveja y se reclinada en ellos cuando quería pasar momentos a solas. A un lado había unos cuadernos de hojas amarillentas que rescatara de un armario. En ellos volcaba relatos de momentos especiales. También tenía una pila de hojas sueltas con dibujos de paisajes en lápiz.
Si bien con  sus dieciséis años no era un joven ordenado,  en su espacio del altillo guardaba meticulosamente los tesoros que eran parte de su esencia. 
Una tarde su madre subió a acomodar unas mantas en un baúl. 
Juan estaba dibujando entre cueros y almohadones. Al verla la llamó para mostrarle su obra. 
En el dibujo se veía el interior del altillo, la pequeña ventana y la luna asomándose por ella e iluminando la estancia.
La mujer quedó  extasiada y sonrió acariciando su cabeza. 
Juan se lo regaló,  pero antes de dárselo en uno de los ángulos le puso un título "La luna y la casa vieja".-

lunes, 16 de marzo de 2020

SEGUIRÉ ...



Antes de abrir los ojos, cuando empiezo a despertar, lo primero que se activa es mi oido. 
Me quedo muy quieta, tensiono cada músculo desde la cara a los pies tratando de escuchar su respiración. Cuando la escucho me relajo y espontáneamente ... suspiro aliviada.
Me doy vuelta y miro su rostro. El rostro que casi no es su rostro. Pero al verlo sereno me tranquilizo. 
Mas tarde, al despertarlo, veo que sus ojos se abren lentamente regresando de un sueño profundo. Le hablo y cuando me mira su cara se llena de luz, sonríe y ahí sí vuelvo a encontrarlo. Siempre estuvo allí. 
Y seguiré buscando sus sonrisas, sus miradas que son las que ahora me hablan, sus gestos, su mano buscando las mías, su ser que hoy se presenta ante mis ojos de una manera diferente, pero sigue manteniendo su esencia intacta.
Seguiré... .