En una ocasión, hablando con una conocida le pregunté cuál fue el día mas triste y desgarrador de su vida.
Entrecerró los ojos y con la mirada dirigida hacia el horizonte me dijo ... no se ... hay varios.
Volvió su mirada hacia mi y me preguntó si en mi caso había uno que superara a cualquier otro por lo doloroso. Le respondí que el 15 de junio de 2002 cuando murió nuestro tercer hijo, Ignacio, a los 24 años en un accidente.
Pasó el tiempo ... hubieron muchos momentos muy dolorosos, entre los que se encuentra la muerte de mi marido hace tres años después de 52 de caminar juntos, pero nada supera el desgarro que produce la muerte de un hijo. Y en cada fecha se abre la herida nuevamente. También mi esposo lo sentía así.
Gracias a Dios sus seis hermanos con sus familias son un bálsamo para el alma.