Hay cosas que sacuden la estantería de la vida, que creíamos
tener bien acomodadas. O, al menos, acomodadas a nuestro gusto.
Como en otras ocasiones, entré al Hospital Italiano a
retirar resultados de estudios. Sabiendo que diariamente hay misa a las 5 entré a la capillita.
Entró el cura, fue a la sacristía y volvió a salir. Una
monjita nos dijo “va a tardar un poco … el padre fue a neonatología porque
falleció un bebe”.
Sentí un escalofrío, como si la muerte misma hubiera pasado a mi lado y me hubiera rozado
con el borde de su capa.
Quedé mirando la nada y
mansamente comenzaron a brotar lágrimas que no pude contener casi durante toda
la misa.
Pensé preguntar dónde estaban los papás del chiquito … pero
para qué. ¿ Qué podría hacer para aliviar su dolor? Ni abrazarlos porque no los
conozco. ¿ Qué podría decirles ¿
¿ Qué se le dice a
quien acaba de perder a su hijo, que no suene vacío o que “realmente” pueda
confortarlo ¿ Nada!!!
Quedaron en mi oído
muchas frases vanas!!! Como quedaron en
mis ojos y en mi corazón aquéllas miradas profundas y aquéllos abrazos cálidos
que atesoraré por siempre.
Ojalá nunca pierda la capacidad de vivir el día a día … el
minuto a minuto. Que nunca deje de vivir intensamente las miradas, las
sonrisas, los besos y abrazos de hola y chau. Que
pueda seguir creciendo en el “arte” de valorar la vida.
Y parecía que iba a ser un día como cualquier otro …
Al poner en contacto
la camioneta escuché en la radio un intercambio de agravios en la lucha por el
poder …